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Cecilia Tait

SALE A MATAR

La encontramos un fin de semana en casa. Vestía deportivamente. Shorts y polo que, por cierto, delataba una bien conservada figura. Es Cecilia Tait, actual parlamentaria y famosa "zurda de oro" que llevó al Perú a la gloria. Ella está casada con Bodo, de origen alemán, y tiene una espigada niña llamada Laura. El éxito en el deporte y el esposo extranjero fueron un pronóstico acertado de su tía Lucía. Ahora, nuevamente, se lanza al Congreso, esta vez con el número 4 de Perú Posible y todas las predicciones indican que tiene un grueso grupo electoral a su favor. ¿Usted qué dice?

Cuéntenos cómo se conocieron.
   
Cecilia: Cuando estaba en Brasil jugando voley profesional me rompí la rodilla. Así que fui a Alemania a hacer la rehabilitación, tal y como me lo recomendó un amigo. Fíjate cómo son las cosas. A Bodo ya lo había visto en 1986, cuando jugaba contra Alemania y él trabajaba como terapista de su selección. Pero acá viene lo gracioso. Las peruanas nos sacamos la mugre jugando, pero él dice que nunca me vio. Desde ahí estoy picona. Y es que yo era la que le hacía más puntos contra Alemania, ¿cómo no se iba a dar cuenta? (Bodo sonríe).

¿No recuerda a la siete de Perú?

Bodo: No. Sólo a Gaby del Solar y a Natalia.

Cecilia: Y lo más gracioso es que él es fisioterapista y muy profesional. ¿Cómo no se iba a dar cuenta de mi rodillera tan chiquita? (Que en realidad era bastante grande) ¿No es raro? Pero, ok, yo no voy a aceptar nunca eso y mi amorcito (tocándole la barbilla) tampoco va a dar su brazo a torcer. (Sonríe).

¿Alguna vez imaginó casarse con un extranjero, con un alemán?

Cecilia: Imagínate que supuestamente iba a quedarme unos tres meses, nada más. Pero lo más gracioso es que mi tía, Lucía Villacorta, tiene una boca increíble. En 1976, durante las Olim-piadas de Montreal, cuando jugaba Lucha Fuentes, ella me dijo "ya ves, con tremendo tamañazo deberías ser como ella. Tú vas a jugar voley y te vas a casar con un alemán. Pasaron los años y llegué a la selección. Lucha Fuentes fue mi entrenadora y luego jugué con ella. Ahora, lo que nunca me iba a imaginar es que iba a hablar o por lo menos masticar el alemán. Nunca en mi vida. No era mi mundo. Mira, ahora no puedo decir 'de esta agua no he de beber'. En el 90 llegué en silla de ruedas a Alemania para tratarme. Era horrible, había nieve hasta en el cerebro y un frío horrible. Fui de frente a la sala de operaciones. A la semana salí con una rodillera del tobillo hasta la cintura y luego fui a un centro fisioterapista de cada disciplina. Ahí vi a Bodo, muy atento él.

¿Le llamó la atención cuando la vio o sólo se preocupó por su salud?

Bodo: Sólo miré la rodilla, me preocupé porque nunca había visto un caso así, estaba mal.

¿Nunca intentó cortejarla?

Bodo: No. (Aunque la mira tiernamente)

Cecilia: Es súper profesional. Nunca me tocó.

¿Y usted le miró a los ojos o intentó coquetearle?

Cecilia: Cuando lo vi, me dije ¡qué lindo, con este chico me casaría! Creo que soy coqueta, pero no lo hacía descaradamente. Pasó el tiempo y me compré un carro. Era matador manejar con mi rodilla en ese estado. Entonces él me dijo "si gustas, para que ahorres gasolina y tiempo y además no estés tan cansada, quédate en mi departamento". Me dije uyuyuy…

¿Qué se le vino a la mente? ¿Cómo lo conquistó?

Cecilia: Mira, a pesar de que habían otros candidatos, porque siempre tenía pretendientes, creo que él pensaba que a mí no me gustaba, porque él es bajito y, en ese entonces, era gordito y con bigotes. No obstante, él tenía algo tan es-pecial, los otros eran muy lanzas. Entonces, yo acepté, me mudé inmediatamente. Le dije "no puedo dormir en tu cuarto, mejor duermo en la sala". Él me dijo "de ninguna manera. El hecho de que vayamos a dormir juntos no significa que te vaya a tocar". Yo le respondí que no tenía ningún problema, porque sé cui-darme. Además ni nos rozábamos en la cama, yo miraba la pared de la derecha y él la de la izquierda. Además, yo usaba pijamas de abuelo. Aunque ahí no quedó todo. Él seguía muy serio pese a que yo regresaba en la noches para conquistarlo. Como él era vegetariano, pese a que yo soy carnívora, me iba al mercado y le preparaba sus ensaladas, arreglaba la terraza, le ponía velas, vino y cenábamos, lavábamos los platos y después… hasta mañana, chau.
   
¿Quién inició el desenlace?

Cecilia: Yo ya estaba enamorada. Él tenía que ir a Egipto con la selección alemana y yo tenía que regresar porque me había descapitalizado. Era horrible. Faltando pocas noches no pude dormir y salí a la sala. Él no vino y me dije "aquí no pasa nada". Al día siguiente él hizo lo mismo. Me dijo "no puedo dormir, voy a la sala". Dije "ajá, siente lo mismo que yo". Fue ahí donde me dijo que le gustaba, pero como era su paciente no debía. Él se fue a Egipto y no sabes el mes que sufrí. Lo llamaba por teléfono como una chiquilla de 15 años, lo correteaba por todo el hotel y, cuando regresó, le dije que me tenía que ir. Él me dijo "bueno ya tendrás pronto noticias mías". Eso fue en abril del 93.

¿Un poco frío no? Pero, como latina, ¿qué hacía para conquistarlo?

Cecilia: Sabía que los europeos son secos, pero él no era así. Recuerdo que un día fuimos al parque de diversiones donde había una rueda como la de Chicago. Yo exageraba, decía "¡ay qué miedo!". Pero, igual nomás, me subía a todos los juegos, pese a que los odio porque me producen náuseas. Me pegaba a su pecho, me apachurraba y él, seriecito pero cortés.

¿Por qué decidió que Cecilia Tait sería la mujer de su vida?

Bodo: Porque es muy bonita e inteligente. A mí me gusta mucho ella, me gusta todo.

Por lo visto la engríe.

Cecilia: Fíjate que en las noches él le prepara la comida a mi hija Laurita, a quien le encantan las pastas y diferentes tipos de salsas. Le sirve, lava los platos o los deja para el día siguiente.

Deben ser muy felices…

Cecilia: Sí, pero a pesar de eso a veces reniego. Estoy tratando de controlar más mi carácter. Recuerdo que una noche fui a un programa de televisión, entonces le dije a mi marido "ponle un mate a Laura", mate es una cosa que trajimos de Alemania y sirve para calmar los nervios a la niña, ya que a veces se orina. Entonces, al llegar me doy cuenta que no lo puso y, lógicamente, mi hija se orinó. Renegué, aunque él ya había puesto la ropa en la lavadora.

¿No se siente abusiva

Cecilia: (Reflexiva) A veces sí. Lo que pasa es que el mismo trabajo hace así el carácter. Mi carácter ha cambiado un montón pero, de todas maneras siempre hay un trato diferente para mi esposo, porque él es muy especial. Lo quiero mucho, además, es muy atento. Mi marido es un super amo de casa, pero también es uno de los mejores terapistas de Alemania.



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