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POR:
WINSTON ORRILLO |
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GABRIEL NIEZEN MATOS SE FUGA CON SAN PEDRO
Gabriel Niezen era un no muy sosegado
profesor, periodista e investigador de la Comunicación Social.
Doctorado en Ciencias de la Educación, licenciado en Lengua y Literatura y Comunicador
Social por la Universidad del Altiplano, Niezen era un esforzado y notable maestro que,
desde hace medio siglo, fatigaba las páginas de diversos medios de comunicación
(siempre, por cierto, de órbita "progre") y dejaba en ellos su impronta:
seriedad, manejo del estilo, hondura en la investigación, honestidad a toda prueba.
Su esfuerzos más recientes los dedicó a la Escuela de Comunicación Social de San
Marcos, y al postgrado de la Cuatricentenaria, de donde decidió apartarse ("tiempo
de servicios" le llaman) para dedicarse (lo envidiamos) "full time" a la
literatura, su pasión secreta, su vicio no vergonzante, su amada no inmóvil.
Actualmente enseña en la San Martín de Porres ("pero sólo unas horitas", las
suficientes como para ayudar al condumio), mientras el grueso de su esfuerzo se dedica a
la creación, como que en el último quinquenio (¡Cosa más grande la vida, chico!) ha
publicado las siguientes novelas: "Toda una vida"(1995), "Un siglo de
ausencia" (1998) y "Yo quiero luz de luna" (1999), conjunto que se suma a
los más de veinte títulos que editara en el campo del periodismo, la investigación
comunicativa y la Educación.
Sin embargo, estoy seguro que lo que más le interesa a nuestro autor es su obra
narrativa, la que acaba de tener feliz culminación (por el momento) al haber conseguido
que uno de sus libros (no el último, porque trabaja varios a la vez), "La fuga de
San Pedro", haya sido publicado por la internacionalmente famosa Editorial
"Alfaguara", en su Serie Roja.
Lo anterior, sin embargo, no ha movido un ápice a la maffia. Estamos en tiempos de
develamiento de las maffias políticas. Pero es bueno que se sepa que no sólo en el campo
y el entorno del fujimontesinismo medran los maffiosos: también en la literatura se
encuentran aquellos especímenes.
Todos los conocen pero no se puede, al parecer (por ahora) hacer nada contra ellos.
Mantienen su poder, y ya se habrán trepado a alguno de los parapetos del Gobierno
Provisional.
Esto hace, por ejemplo, que un libro como el que tenemos entre manos, bien escrito, ameno,
y de una temática ciertamente singular en nuestra literatura polifacética, no haya
merecido línea alguna de los reseñadores periodísticos (¿por orden de sus
digitadores?). Y no se diga que es porque su lanzamiento se hiciera en los últimos días
del siglo próximo pasado, porque aquél se realizó junto con otros volúmenes (el del
buen amigo Hernán Garrido Lecca, verbi gratia) que sí han "alcanzado" ser
reseñados, o, por lo menos (mezquindad de mezquindades, y todo mezquindad) mencionados.
Que pedirles crítica es pedirles mucho.
La novela de Niezen juega con un subtexto ingenioso. La narración versa sobre la aventura
de un joven hidalgo, Rafael de San Pedro, víctima de las intrigas del mayor Gil Negrete,
oscuro e implacable Jefe de la Guardia del Virrey, inescrupuloso manipulador,
ensoberbecido por el poder. Es decir, todo un Montesinos de su siglo, con lo que se prueba
que el arequipeño de hogaño es sólo un prototipo presente en varias épocas de la
historia nacional.
Desarrollada en el Perú colonial, veta que ya la hace sui generis en la narrativa
nacional (y que por ello merecería más de una reseña) la obra de Gabriel Niezen Matos
explora, con soltura y de modo donoso (aunque documentado), el modus vivendi de una
sociedad y de un pueblo del que, nos guste o no, descendemos.
Esto sólo bastaría para darle nuestra aprobación como obra importante en la
polifacética novelística nacional.
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