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CARNAVALES

¡DE TODOS LOS TIEMPOS!

Una de las fiestas más llenas de magia, alegría y fervor popular son los carnavales, tradición que se celebra cada domingo de febrero tanto en costa como sierra y selva, donde el misterio de lo sobrenatural, lo religioso y lo cósmico toman fuerza y se manifiesta de diversas maneras en cada una de nuestras cuidades; siendo el baile y la celebración lo que nunca falta en estas fechas.

Carnavales de antaño
   

Ya desde los años veinte se comenzó a celebrar el carnaval de esta forma (bailes, celebración, alegría y reinas) pero, con el paso de los años, fue cambiando.
   
Antiguamente, en las casas de familia se solía jugar no sólo atacándose con agua sino también con pintura de colores, y hasta con flores y papel picado. También se usaba chisguetes con éter, que luego fueron prohibidos. Pero lo que nunca faltó fue la serpentina y los antifaces.
   
En alguna ocasión las autoridades prohibieron el juego con agua, pues se le comparaba con los juegos de los más populares barrios, permitiendo tan sólo el "carnaval seco" para evitar que los más osados mojen a alguna dama o señorito de aquellas épocas. Con todo esto, los vecinos más reconocidos de la ciudad solían pedir un poco más de cordura en los carnavales.
   
Para los años treinta, ya se empezó a usar la famosa "Matachola", la cual consistía en llenar con talco y piedras una media con la que se aporreaban sin piedad, lo que generó que las autoridades intervengan haciendo recomendaciones para evitar tragedias.
   
Durante varias décadas siguió celebrándose el carnaval seco junto con las fiestas de disfraces. Fue entonces cuando se retomó todo el lujo y esplendor de los años anteriores, realizándose así en la fecha central un desfile de preciosas damas en el corso mientras el público las bañaba en pétalos de flores, dejando de lado, sólo por un tiempo, los baldes de agua.
   
Pero el tiempo pasó y Lima, la aristócrata y la popular, fue regresando disimuladamente a la batalla del agua en las calles. Fue entonces que en el año 1958 los carnavales sufrieron una desviación violenta por parte de algunos grupos, llegando así a atacar a inocentes transeúntes con las conocidas "matacholas", palos, piedras o lo que fuera. La gente hasta tenía miedo de salir a las calles, pues podían ser atacados. El gobierno tuvo que intervenir y fue así como el entonces presidente Manuel Prado prohibió todo juego de carnaval a nivel nacional.
   
Esta costumbre de todos los años es la más conocida, pero no siempre fue así. Lima celebraba un carnaval lleno de color y esplendor, con bailes públicos, carros alegóricos y populares reinas, sobre todo en los malecones de las playas y en especial de Barranco.
   
En la actualidad, los carnavales ya no son tan violentos como en la época de Prado, pero aún se sigue mojando con baldazos y globos de agua fría a cualquier despistado transeúnte que se fíe de las calles limeñas.

Lima de hoy
   
En Lima, algunas personas celebran los carnavales en diferentes clubes al aire libre donde generalmente se elige a una Reina del Carnaval, poniéndose de manifiesto en cada club departamental o regional las costumbres de cada ciudad. Es así como aquellos que no pueden viajar a sus lugares de origen tienen la oportunidad de disfrutar de todas maneras de sus costumbres y deleitarse con los variados platos de cada región, tal y como sucede en su propia tierra.
   
En los clubes de playa de Lima es donde principalmente se ofrecen los "Luaus" y "Saraus", donde no faltarán los traviesos chisguetes de agua y hasta globos de carnaval para rematar la fiesta con una pequeña batalla. Pero donde más se ve el uso de estos implementos carnavalescos es en la mismas calles.

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¡A mojar se ha dicho!
   
Niños y jóvenes son los principales protagonistas encargados de bañar, ya sea a globazos, baldazos y hasta manguerazos, a persona que se les aparezca, sean conocidos o no y sin excusa o amenaza que valga. Carnavales son carnavales y piña pues si no les gusta el agua.
   
Los micros y las combis tampoco se salvan. En el momento menos esperado pueden caer por las ventanas globos o chorros de agua, empapando sin distinción a los pasajeros, quienes a pesar del calor tienen que cerrar sus ventanas para evitar ser mojados.

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Pero no te molestes…

Pocas son las víctimas que reaccionan con una asombrada sonrisa o lo toman como un juego. La gran mayoría reniega, se corre de los atacantes y hasta les lanzan palabrotas para defenderse, pues muchas veces estos "mojadores" no se fijan si la víctima es una persona que está bien "a la tela" para irse al trabajo o es una persona mayor.

Peor aún es la situación cuando los atacantes salen en grupos de ocho o diez (chicos) buscando, cobardemente, jovencitas que andan por las calles como cualquiera de nosotros y las atacan sin piedad. Incluso algunos tienen otras intenciones, se les pasa la mano con ellas llenándolas de lodo, pintura, betún o lo que fuere y hasta pueden llegar a cometer un asalto al paso. (Claudia Accinelli)


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